Tu mirada penetra dentro de mí, reaviva el deseo de besarte y abrazarte, aquello que años atrás no fue posible.
Imagino, labio sobre labio con un suave roce que nos transporta a una placiente revuelta de sentimientos.
Recibo pequeños roces en la piel y en los pelos de la barba que me llenan de ternura y me provocan amorosas lágrimas que disimulo.
No puedo pensar en el que hubiera podido ser, porque nunca estuvo. Pero sí que puedo abrir las puertas a la locura desenfrenada de los sentimientos ahora encarcelados por el miedo al dolor y por la maldita debilidad.
Y es cuando un poco de casi nada se siente como un mucho de todo, y se vive plenamente en el gozo de un “tú y yo” distantes en el tiempo y en el espacio y escondidamente juntos en el sentimiento.
Sentados juntos, más que escucharnos nos sentíamos, sin querer despedirnos. Sentados juntos, pausadamente, el miedo y la duda desaparecen dando paso a las sonrisas y a desear que se pare el tiempo, que estos instantes queden vivos en nuestro imborrable recuerdo.
Sentados juntos, de pie juntos, mirándonos juntos, me cuesta ver cómo te vas. Pero, no te alejas, simplemente tienes que vivir tu vida.
Gracias para romper mi miedo a los sentimientos.
A Julietta, dulcemente.
Sinto petit.
02/07/2017
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